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sábado, 29 de agosto de 2020

NEGACIONSIMO Y COVID

Según los expertos, nuestro momento sociohistórico actual se denomina Era de la Información, aunque observando la facilidad de propogación de fake news y al fenómeno de la posverdad, cabría calificar éste momento como Era de la Comunicación, comunicación asincrónica y mundial, comunicación no regida por ningún filtro de veracidad o evaluación. Facebook, Twitter, Instagram, Youtube y demás redes sociales. además de dudosos medios periodísticos con alto posicionamiento y financiación bajo interés ideológico, nos empujan a una lucha contra la vorágine de información que implica una batalla agitadora y agotadora que puede ser imposible ganar. 

Históricamente, las mentes más disidentes y con una posición crítica, han sido el estandarte del "pensamiento libre" y de formular argumentos que cuestionan y dejan al "rey desnudo" ante el discurso oficial. Esta postura cuestionadora tiene la capacidad para imponerse como un David contra Goliad, con todo el honor que ello supone, alzándose en las calles contra la ideología dominante o gobierno de turno. No cabe clarificar que los individuos que han formado hasta la actualidad estás mentes-divergentes-actuantes componen la mayoría de movimientos sociales de izquierdas que han defendido derechos vulnerados por las clases dominentes. Solo hace falta ver todos los movimientos contraculturales que se han dado en los últimos 100 años (movimiento de clase obrera, feminismos, revolución hippie, revolución antirracial, por poner ejemplos). 

Actualmente estamos viviendo un fénomeno propio de la posmodernidad, dónde observamos a los espartanos antisistema manifestándose junto a ideologías etimológicamentes contrapuestas. El negacionismo de la pandemia, que nos azota con casi 25 millones de personas humanas afectadas por un minúsculo virus, parece no convencer a dichos disidentes. Y vemos manifestaciones supuestamente contraculturales con carteles que anuncian "Queremos ver el virus", asumiendo que la clase política gobernante miente, tal y como se lleva sospechando desde hace años. Se asume que las posiciones de poder nos "controlan", lo que significa que "tienen el control" de esta situación mundialmente desbordante que mata a nuestros mayores, nos distancia físicamente de nuestras relaciones sociales y dinamita el sistema socialeconómico asistencial y privado. 

La inferencia arbitraria consiste en una distorsión cognitiva (de la que ni el más culto de los cultos se puede escapar) que implica saltar a conclusiones negativas en ausencia de una evidencia empírica que avale de forma suficiente hechos aislados. "Los medios oficialistas mienten", "El Gobierno nos oculta algo" avala el actual "No se han hecho autopsias" y crea suficientes contraargumentos apoyados por la sensación de que todo esto es un caos y que todo el mundo está improvisando. 

Sumado a esto, parece ser que la naturaleza nos está haciendo una estocada a la herida narcicista antropocéntrica de supervivencia y control.  Un control que nos ha generado sensación de seguridad. Un control que ha domesticado a cada árbol de cada bosque, cada animal de cada especie, cada fruta de cada arbusto, para garanitzarnos la subsistencia humana. Un control que nos daba una sensación de poder y que ahora se nos escapa de las manos. 

¿Cómo es posible que los que gobiernan no tengan el control? ¿Cómo es posible que los científicos (o las figuras del saber) no tengan el control? ¿Cómo es posible que el ser humano no tenga el control? Manifestaciones en las calles piden cuentas a los que "deben" tener el control porque no se puede aceptar esta falta de control y que un minúsculo virus nos supere. De esto se puede deducir, también, nuestra dependencia y falta de emancipación, nuestra necesidad de figuras de autoridad para darnos seguridad. Necesitamos de esa figura Paternal a la que, cómo adolescentes reclamantes, le exigimos que nos solucione el problema y de la que no aceptamos ningún signo de vulnerabilidad. Sería algo así como el Ocaso de los Ídolos parte II.

Por otro lado, cabe apuntalar todo lo que se lleva sosteniendo (dolor, miedo, rabia, incertidumbre, caos...) con las fases del duelo humano. La fase de negación se identifica con negarse a uno mismo y al resto la pérdida. La pérdida de un ser amado, la pérdida de una situación económica, la pérdida de una libertad social, la pérdida de un ideal... El ejemplo de la negación fue alzado por los gobiernos de Bolsonaro y Trump al inicio de la pandemia, dos líderes de corte neoliberal que veían sumamente atacadas sus políticas económicas y que negaban a sus cuidadanos la realidad de la primera ola de la pandemia. La siguiente fase del duelo consiste en entrar en enfado o ira, traduciéndose en un estado de descontento por no poder evitar la pérdida y la búsqueda de responsabilidades o culpables. El ejemplo claro lo vimos en España con la manifestación del barrio "bien" y derechista de Salamanca en la cuidad de Madrid en el mes de mayo (durante el confinamiento), en una manifestación paródicamente ecléctica de la Plaza Colón de Madrid a mediados de agosto (instigada por un instagramer, más añejo que influencer, como Miguel Bosé)  y en la actual manifestación multitudinaria de la capital alemana donde se fusiona un discurso antisistema contra Merkel, Gates y el 5G, y la ultraderecha más radical, oculta y antisemita germana. Es necesario señalar la obviedad que delante de la incertidumbre se genere una profunda sensación de miedo que abona todo tipo de teorías conspiranóicas, tal y como se puede reflejar en el trastorno paranoide de la personalidad, que está sometido a alta dosis de ansiedad con la que no puede lidiar.  

¿Menudo cóctel, no?

Ahora, evitando la mirada del negacionsimo que parece y podría sustentarse sobre formas de la naturaleza psicológica humana bajo las fases de duelo y la desconfianza social a los discursos oficiales, pongamos el foco a un hecho sutil que puede estar alimentando reacciones viscerales y que, quizá un buen lector ha cazado al vuelo. Focalicemos sobre lo importante. En la Era de la Comunicación, dónde existe un hervidero de fakes news, donde la mentira va disfrazada de verdad, donde no se filtra la información con que somos bombardeados, ocurre aquí y ahora el surgimiento de plataformas virtuales de Médicos, abogados, periodistas, naturópatas, terapeutas y profesores de yoga que, bajo su saber empirista y más instruido que el de la media de la población o nicho de mercado, nos generan miles y miles de dudas sobre la realidad que estamos viviendo y sobre la Covid. Recordemos que la duda es la madre del miedo. Divulgadores que usan un discurso típico de la izquierda divergente en apariencia, pero que bajo su piel de cordero viven canales como "Canal 5 Radio o La Voz de España" (con bandera incluida) o Intereconomía, y que canales "oficialistas" de corte ideológico neoliberal y de derechas las conceden minutos de audiencia a dichos líderes negacionistas. Intereses más que sobrados tiene el sistema neoliberal económico para que luchemos "todos" en volver a la "normalidad" y a los derechos sustentados en el capitalismo más rádical, favoreciendo a los de arriba con el trabajo de los de abajo. Intereses más que sobrados tiene la ultraderecha para desestabilizar a la oposición gobernante. Observamos como parte de un movimiento antisistema y radical, que sabe que el poder es del pueblo y que las calles son suyas, está siendo víctima de un Caballo de Troya

La entrada del caballo en Troya,
pintura de 
Giovanni Domenico Tiepolo, 1773.
 Galería Nacional de Londres.


Dentro de la sociología esto es un hecho relevante. 

Y es necesario que seamos conscientes de que SÍ SOMOS VULNERABLES, que la NORMALIDAD que se defiende es, actualmente, AUTOLESIVA y que la sanación del duelo se hace mediante la ACEPTACIÓN

Distancia, manos y mascarilla. Por favor y por la vida.




BUBER Y VÍNCULO

 Alianza terapéutica La alianza terapéutica es el punto de encuentro entre el paciente y el terapeuta. Es  un vínculo único que se establece...